martes, 21 de octubre de 2008

Los otros consumismos

En una de las conferencias del congreso de la AJB, Leonardo Boff hablaba sobre cuánto disfrutaba de vez en cuando ir a algún centro comercial, para dar un “paseo socrático por el shopping”, ya que allí puede ver todo lo que NO necesita para vivir.

Me encantó esta manera de decirlo pues realmente sólo basta ir a un centro comercial, nuevos puntos de encuentro de la modernidad, para ver cuán consumista y capitalista es nuestra sociedad.

Por supuesto, esa actitud siempre se ha criticado y a las personas consumistas, se les tacha de materialistas, superficiales, vacías, etc., etc. De hecho las compras compulsivas son una problemática muy común en terapia.

A propósito, hace poco supe de una estrategia bastante llamativa que se está utilizando en algunos casos de personas que son compradoras compulsivas. La idea es meter la tarjeta de crédito con agua en una hielera y congelarla de manera que quede en medio de un cubo de hielo. Así, cuando la persona siente la compulsión por ir de compras, tiene que sacar el hielo y esperar a que se derrita para poder llevarse la tarjeta. Pero después de esperar a que el hielo se derrita probablemente habrá pasado la compulsión (bastante extraño, yo sé).

Lo cierto es que, aunque sea un problema tan generalizado en estos días, el consumismo material no es el único que existe, aunque sí es el más satanizado.

Siempre se ha hablado de lo espiritual como lo que se contrapone al materialismo. En nuestra sociedad, la búsqueda de crecimiento espiritual es considerada positiva y las personas que emprenden esa búsqueda generalmente son valoradas en sus contextos sociales.

Pero esa búsqueda no siempre nos lleva a ser mejores personas o a conocernos mejor, ya que puede ser producto de un consumismo tan exacerbado como aquel que tanto se critica cuando se trata de comprar ropa, joyas, carros, zapatos, etc.

Vivimos en una sociedad tan exigente en términos económicos y tan “castradora” en términos espirituales, que pienso que esto ha desencadenado en muchas personas la necesidad de encontrar un espacio para lo espiritual como sea. Y cuando digo como sea es como sea…

En los últimos años han venido tomando fuerza toda clase de terapias alternativas, nuevas religiones, libros de autoayuda, grupos de apoyo sobre los temas más diversos, etc. etc.
Esto responde a una ausencia profunda de sentido, a un no saber para qué o para dónde vamos y me parece completamente válido y comprensible que así sea.

Pero cuando la búsqueda por respuestas, por tranquilidad, por autodescubrimiento, está ligada a la participación compulsiva (generalmente asociada a inversiones económicas nada despreciables), en talleres, terapias, religiones, ¿no estamos hablando de consumismo también?

Conozco varias personas que siempre están intentando algún nuevo tipo de yoga, asistiendo a charlas sobre caracterología, leyendo sobre velas, Feng Shui y Tao y asistiendo cada quince días a talleres de crecimiento personal con algún gurú que está de paso por el país y que probablemente ayudará en el camino a la iluminación. Todo esto una misma persona al mismo tiempo.

Quiero decir que no tengo nada contra el yoga o contra cualquier otra técnica milenaria de meditación y desarrollo espiritual y en general contra nada de lo que mencioné. Es sólo que cuando es todo al tiempo y sin un eje conductor coherente, creo que es bastante sospechoso. De hecho, me parece que de alguna manera es equivalente a comprar 10 pares de zapatos al mes y es por eso que lo llamo consumismo espiritual.

Por supuesto que me estoy refiriendo acá a esa búsqueda descontrolada de lo espiritual y no al interés genuino de muchas personas por su desarrollo personal, que en muchos casos se logra de la mejor manera, afortunadamente.

Pero cuando se trata de consumismo, muchas veces sucede por falta de orientación o claridad y por querer intentarlo todo, y otras veces sucede porque la “búsqueda espiritual” trae consigo cierto estatus.

Y entre otras muchas consecuencias, esto genera una banalización de prácticas espirituales milenarias o de escuelas terapéuticas de gran valor.

Pero el consumismo tiene muchas caras y los terapeutas no estamos exentos.

Para quienes nos interesamos por el análisis junguiano por ejemplo, probablemente no está entre las prioridades tener el carro último modelo, hacernos cuanta cirugía estética exista, o comprar la ropa de marca. Sin embargo, somos consumistas de otra manera.

Es impresionante el montón de libros que se vendieron en el Congreso de la AJB en septiembre pasado. Me quedé observando por un largo rato cómo los dos vendedores de turno prácticamente no daban abasto con las decenas de personas que querían comprar toda clase de libros sobre Psicología Analítica y afines. Sin duda la selección era excelente, estaba allí todo lo que un junguiano podría querer tener en su biblioteca.

No puedo negar que la tentación era inmensa, porque incluso había libros que difícilmente se consiguen. Así que me encontré a mí misma con unos 4 libros en mis manos y haciendo cálculos mentales de cuánto podría gastar. Pero un momento después me di cuenta que era una acción más compulsiva que otra cosa. Así que pensé: “tengo unos 5 libros nuevos, todavía sin desempacar en casa y no voy a seguir aumentando la lista”. Dejé los libros, no sin esfuerzo, y me alejé del punto de venta improvisado en medio de uno de los pasillos del hotel del congreso. Esos libros que no compré, probablemente habrían pasado un buen tiempo en mi biblioteca sin ser leídos, mientras evacúo la lista de libros pendientes. En resumen, cuando los necesite y tenga tiempo y plata los compro, ¿antes para qué?

Por supuesto no estoy criticando el gusto por la lectura ni los maravillosos libros que se pueden encontrar sobre Psicología Analítica o sobre cualquier tema en estos días. Pero en el momento en el que nos volvemos compradores compulsivos de “conocimiento” no podemos menos que reconocernos como consumistas también. A esto le llamo consumismo intelectual, para diferenciarlo del consumismo espiritual y del consumismo material, al que tan acostumbrados estamos.

Pienso que los analistas, los intelectuales, los académicos, y todos los especímenes :) que creemos y queremos estar interesados por el conocimiento, tenemos que tener un nivel de conciencia alto a la hora de “hacer compras” para no convertirnos en consumistas intelectuales.

Es por esto que, aunque no justifico el consumismo material, me parece que estamos pecando por proyectar todo en él y no aceptar que hacemos parte de una sociedad donde las compras compulsivas de carácter “espiritual” o “intelectual” también están presentes, pero a diferencia del consumismo material, son aceptadas y peligrosamente valoradas socialmente.

Frente a esto el único remedio posible es tener el criterio para saber en qué vale la pena invertir en cada momento, qué nos lleva a hacer esa compra y si el “producto” que vamos a adquirir realmente nos va a ser útil, aunque extrañamente estemos hablando de conocimiento y espiritualidad.

martes, 14 de octubre de 2008

Homenaje al ánima

En días pasados The List Universe (http://listverse.com/), publicó la lista de las 10 mujeres más poderosas de la historia. Aunque no son claros los criterios de selección, me parece que es un grupo muy interesante de mujeres que de una u otra forma han cambiado la historia.

Desafortunadamente esta lista sólo tiene en cuenta mujeres europeas y orientales, dejando de lado las mujeres poderosas en la historia latinoamericana. Hacer la lista de las 10 mujeres más influyentes en nuestra historia podría ser una tarea muy relevante.
Pero por ahora puede consultarse esta interesante la selección en el siguiente link: http://listverse.com/people/top-10-most-powerful-women-in-history/

Difícilmente podríamos determinar qué hizo que estas mujeres lograran acceder y permanecer en el poder. Sin embargo, es llamativo el “coraje” para emprender batallas y conquistar territorios, la “sensibilidad” para impulsar la cultura, la arquitectura, las artes y la “fuerza” para luchar contra tiranías e injusticias.

Por supuesto que sería totalmente injusto definir esas características como específicamente femeninas. Creo que lo que hizo diferencia en la obra de estas mujeres es haber logrado desarrollar tanto características femeninas como masculinas, que supieron equilibrar durante su vida.

Jung definió como ánima y ánimus esas características femeninas y masculinas que aparecen en hombres y mujeres, respectivamente. Es decir, para Jung el ánima es la personificación de todas las tendencias psicológicas femeninas en la psique de un hombre. Y el ánimus es la personificación de las tendencias psicológicas masculinas en la psique de una mujer.
Sin embargo, posteriormente se propuso que tanto hombres como mujeres tenemos psicológicamente tanto ánima como ánimus.

El ánima es personificada en sueños a través de mujeres que pueden jugar un rol desde seductor hasta de guía espiritual (Sharp, 1994). El ánima puede personificarse como madre, diosa, amada, mujer infernal o hechicera.

El ánima es mediadora de los elementos de la psique con el Self (Sí-mismo, o centro integrador de la psique en la psicología junguiana). Según Jung, el ánima se relaciona con sentimientos o estados de ánimo difusos, captación de lo irracional, sospechas proféticas, capacidad para el amor personal, sensibilidad para la naturaleza y relación con el inconsciente.

Tanto el ánima como el ánimus tienen un papel importante en el camino hacia la integración psicológica. El ánima intenta unificar y vincular, mientras que el ánimus busca diferenciar y reconocer.

En sociedades tradicionalmente patriarcalistas es extraño oír hablar de mujeres en el poder. Es por eso que quise escribir este post como un homenaje al ánima de hombres y mujeres que han logrado acceder a lo femenino y darle un rol importante en contextos de poder (tradicionalmente identificados con lo masculino).

Es verdad que en la actualidad las mujeres tenemos muchas más posibilidades de acceso al poder, a los cargos directivos, a las posiciones de liderazgo, etc. Sin embargo, desafortunadamente para muchas mujeres asumir ese rol ha significado un desarrollo desmedido del ánimus, en detrimento del ánima, comúnmente desvalorada en estos contextos.

Hace poco oí un comentario que me llamó mucho la atención, de una mujer muy exitosa académicamente en Brasil, que decía que hoy en día las mujeres queremos ser como los hombres sin dejar de ser mujeres.

Me parece que el punto es que para las mujeres no es deseable ser como los hombres. Y quiero aclarar que no estoy diciendo esto con un juicio de valor peyorativo frente a los hombres ni nada por el estilo…

Lo que digo es que es imposible que las mujeres nos convirtamos en hombres, por lo menos si se espera tener algún nivel de salud mental...

La buena noticia es que no es necesario convertirnos en hombres para acceder a esas posiciones de poder que tradicionalmente han sido masculinas.

El punto es que como mujeres tenemos que descubrir cómo ejercer el poder desde lo femenino y por supuesto, no dejar de lado nuestras características masculinas que, en justa medida, son de un valor incuestionable.

Para cerrar dejo este video que para mí es una verdadera joya que me encontré hace algún tiempo en You Tube. Simplemente no me canso de verlo. Este es el verdadero homenaje al ánima:



Referencias:
· SHARP, Daryl. Lexicón Junguiano. Santiago de Chile: Cuatro Vientos. 1994
· JUNG, Carl Gustav. El Hombre y sus Símbolos. Buenos Aires: Paidós. 1995

lunes, 6 de octubre de 2008

Algunas ideas sobre los sueños

Personalmente encuentro apasionante el tema de los sueños que son para mí tanto una herramienta profesional como personal. Los sueños son guías invaluables en el proceso terapéutico y valiosas fuentes de información sobre nuestro momento psíquico.

En este post me gustaría hablar sobre ideas que aparecen comúnmente frente a los sueños, intentando hacer un breve recuento de frases que he oído con frecuencia sobre este tema.

Seguramente se quedarán muchas por fuera pero intenté incluir al menos las que me parecen más significativas:

1. Yo nunca sueño: Es posible que sea cierto, pero eso quiere decir que no se está durmiendo profundamente. Cuando dormimos pasamos por cuatro etapas de actividad cerebral y sólo al llegar a la cuarta etapa se produce actividad onírica, es decir, soñamos.
Esta cuarta etapa es llamada REM (Rapid Eye Movement) o movimiento ocular rápido. ¿Por qué? Porque en ese estado los ojos se mueven de un lado para otro, como podemos comprobar observando a una persona mientras sueña, por el movimiento de sus ojos bajo los párpados. Cada noche las etapas del ciclo se repiten varias veces, pero cuando una persona no duerme profundamente o cuando el sueño es inducido (por pastillas para dormir por ejemplo) es probable que realmente no se sueñe, es decir, que no se llegue a la cuarta etapa.

Sin embargo, lo que suele suceder con las personas que dicen no soñar es que realmente no recuerdan lo que soñaron. Si usted normalmente descansa cuando duerme y por la mañana se siente recuperado, lo más probable es que usted haya soñado aunque no recuerde lo que soñó. Eso lleva a una segunda idea muy común:

2. No me acuerdo de lo que sueño: Esto es perfectamente posible, o mejor, es el caso de muchas de las personas que creen que no sueñan. Desafortunadamente en occidente nadie nos educó para darle importancia al inconsciente y a los sueños. Por lo tanto, muchas personas simplemente olvidan lo que soñaron.

Sin embargo, hay formas de lograr recordar los sueños. Antes de dormir piense que recordará vívidamente los sueños de esa noche. Si no funciona el primer día funcionará pronto, pero no deje de hacerlo, porque se trata de un “entrenamiento”, así como ir al gimnasio para ejercitar determinados músculos. Esto funcionará si usted tiene problemas para recordar los sueños, pero después de un tiempo no tendrá que pensar nada antes de dormir porque usted recordará sin problemas sus sueños al despertar.

3. Los sueños no tienen ningún sentido: Sin duda los sueños son extraños y es extraño soñar. Pero me pregunto ¿Por qué al dormir simplemente no nos desconectamos de la realidad y nos recuperamos físicamente del cansancio diario con la mente en blanco?, ¿No es extraño que cada noche veamos toda una serie de situaciones, con personajes conocidos o desconocidos, colores, emociones y toda una serie de eventos que muchas veces suceden completamente fuera de cualquier lógica tempo-espacial? No sé, pero todo esto me parece demasiado elaborado como para no tener ninguna función.

Algún escéptico dirá que los sueños podrían ser equiparables al apéndice, que no sirve para nada a pesar de ser parte de nuestro cuerpo. La diferencia es que los sueños no son extirpables, no se pueden operar, no hay manera de hacer una cirugía de emergencia de “onirocitis” para sacar los sueños de nuestra mente y que nunca nos vuelvan a “molestar” como el apéndice. Así que me parece muy difícil creer que los sueños no sirven para nada y que toda esa actividad cerebral no tiene ningún sentido, más allá del descanso físico diario.

Creo que el problema es que no es fácil entender los sueños porque el inconsciente habla “otro idioma”. Pero que un extranjero se acerque a usted hablando ruso y usted no le entienda nada, no quiere decir que el extranjero no esté tratando de decirle algo o que no exista!!!
El inconsciente es un extranjero tratando de comunicarse y eventualmente lo logra, sólo en caso de que se le preste atención, lo cual es bastante recomendable.

4. La interpretación de los sueños es charlatanería: A las personas que piensan esto les puedo decir que la comprensión del significado de los sueños es posible y es una parte fundamental del trabajo analítico desde la Psicología junguiana y desde muchos otros enfoques, como el Psicoanálisis freudiano, por supuesto.

Desafortunadamente, existen también charlatanes que se aprovechan de la ignorancia sobre el tema para sacar partido. Pero esto no sólo sucede con los sueños, existen charlatanes de todo tipo y sobre todos los temas que existen. Desde temas médicos hasta temas técnicos como la ingeniería, han estado expuestos también a estos personajes que pretenden saber o hacer creer que saben sobre cualquier cosa…

Dentro de la charlatanería frente a los sueños se encuentra toda esta creencia de los diccionarios de los sueños, en los que basta buscar el significado de los objetos, animales, o cualquier cosa con la que usted haya soñado para entender su significado. Eso lo haría muy fácil, pero NO ES POSIBLE. ¿Por qué no? porque el idioma de su inconsciente no usa palabras sino símbolos y ese idioma es diferente para cada persona. Es decir que si dos personas se sueñan con una araña, lo más probable es que el significado de este símbolo no tendrá nada que ver para los dos soñadores.

Comenzar a escribir los sueños cada mañana es un hábito que recomiendo mucho, aunque de primera mano usted no entienda lo que signifiquen. Esto ayuda por un lado a comenzar a acercarse a ese idioma desconocido, pero que poco a poco se hará más familiar, y por otro lado, le da un mensaje claro a su inconsciente: usted está interesado en saber lo que él está tratando de decir. Esto es importantísimo, porque el inconsciente reacciona ante esta actitud de la conciencia.

Probablemente se me queden por fuera muchas de las ideas sobre los sueños, pero quería al menos hablar sobre las más comunes. El tema es prácticamente inagotable y continuaré escribiendo sobre otros aspectos relacionados en futuros post, pero por ahora quería escribir esta información inicial sobre el apasionante tema de los sueños.