lunes, 29 de septiembre de 2008

Comida chatarra para el alma

En el marco del congreso de la AJB (Asociación Junguiana del Brasil), tuve la oportunidad de asistir a la excelente conferencia del Dr. Luigi Zoja sobre las raíces arquetípicas de los espectáculos de violencia. En su conferencia, el Dr. Zoja explicó cómo en Grecia la idea de espectáculo implicaba un papel activo y confrontativo por parte del espectador.

Quienes asistían a las representaciones de las tragedias griegas originales se identificaban con las historias que cuentan los más profundos conflictos humanos. Y hasta hoy es así, porque no es posible no “ser tocado” por estas historias arquetípicas en las que los dramaturgos griegos exploraron lo más esencial de los seres humanos.

Sin embargo, posteriormente los romanos transformaron este concepto de espectáculo en otro tipo de entretenimiento, donde el objetivo no era cuestionar y confrontar al público, sino simplemente distraerlo. Así nació el Circo Romano en donde el pueblo se reunía para presenciar el enfrentamiento de animales salvajes con guerreros o de gladiadores entre sí. Estos últimos eran entrenados para dar un espectáculo sangriento al público sin mostrar el más mínimo miedo a la muerte.

El público frenético sólo tenía que mostrar su dedo pulgar hacia abajo o hacia arriba si quería que el gladiador de turno fuera asesinado o su vida fuera perdonada. Generalmente era aquel gladiador que con heridas de muerte sonreía y animaba a los espectadores, quien ganaba el favor del público.

De esa manera, de un espectador activo, tocado y conmovido en el teatro griego, pasamos a un espectador pasivo, sin confrontación ni cuestionamiento, que sólo quería entretenerse, sin ninguna elaboración de cómo se entretenía.

Hoy en día, desafortunadamente, son pocos los espectáculos “griegos” y muchos los “romanos” que nos ofrecen los medios. Hablamos del circo romano y de los enfrentamientos entre los gladiadores de manera despectiva y nos parece una barbarie lo que sucedía en esos encuentros. Sin embargo, los medios nos presentan un circo romano todos los días y nosotros nos sentamos pasivamente a “divertirnos”.

Es increíble que la televisión, por mencionar sólo uno de los múltiples medios de comunicación a los que tenemos acceso hoy en día, está cada vez más diseñada para espectadores que no piensen por sí mismos. El mayor rating lo tienen los programas que no exigen del televidente ningún tipo de elaboración mental o interpretación intelectual. Es el equivalente de comida chatarra para nuestra mente y alma.

Y ponerlo en esos términos me lleva a una reflexión bastante inquietante. En mi caso particular no voy a decir que no me gusta la comida chatarra porque estaría diciendo una gran mentira, ¡me encanta! Una buena hamburguesa o una pizza es una delicia, cómo lo voy a negar. Sin embargo, cuando como una hamburguesa con malteada y papas, tengo alguna conciencia que me impide hacerlo de nuevo por lo menos por una o dos semanas (lo cual ya es excesivo...). No soy capaz de comer comida chatarra todos los días, no porque no me guste, si no porque sé que no es precisamente saludable para mi cuerpo y que después de unos días me voy a enfermar.

El problema es si tenemos esa misma conciencia para no consumir “entretenimiento chatarra” todos los días… es terrible, pero es un envenenamiento tan grave como el de llenarnos de colesterol y grasas saturadas. Lo estamos haciendo todos los días ni más ni menos que con nuestra alma…

Está lejos de mí convertir este blog en una especie de “ayuda espiritual” o recetas para “ser mejor” cada día. Nada por el estilo. Primero porque no tengo ningún tipo de autoridad para hacerlo y segundo porque no me interesa decirle a otras personas lo que deben hacer o pensar… cómo voy a saberlo. Por eso hablo por mí, y cuento mis reflexiones sin el menor interés de catequizar a nadie.

Es sólo que en estos días he estado muy atenta a esa saturación de mensajes que recibimos de los diferentes medios, y el panorama es desolador.

Por supuesto que no toda la televisión es mala. Existe televisión, incluso con fines de entretenimiento, hecha para públicos inteligentes, con capacidad de crítica, de interpretación, de simbolización y de análisis. El problema es que en estos días es un “acto heroico” quedarse viendo este tipo de programas y no pasar el canal para ver el enlatado de turno, entre muchas otras y deprimentes posibilidades.

Tal como los espectadores romanos, que tan salvajes nos parecen, con nuestro pulgar manejamos un control remoto para entretenernos pasivamente, mientras no hacemos otra cosa que “estupidizarnos”.

Entiendo el argumento de muchas personas que después de un día de trabajo o de estudio sólo quieren llegar a la casa a descansar y no a pensar. Puede ser. Pero sólo digo que no es necesario que apaguemos el “espectador activo” que es capaz de discernir si lo que consume tiene algún sentido para nosotros como personas o como especie.

Sólo digo que si no somos capaces de comer hamburguesas todos los días, nuestra psique tampoco es capaz de digerir tanta información chatarra y así como nuestro cuerpo se enferma, nuestra mente se atrofia y se desnutre. Incluso nuestras conexiones neuronales se adaptan al tipo de procesamiento que es más frecuente para nosotros.

Entonces, después de todo esto, ¿qué tal una dieta de “comida chatarra para el alma”?

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Carnaval onírico

Estoy en medio del Jardín de las Delicias, en una escena totalmente onírica. Son las 2 de la mañana. Caminamos por un túnel situado en uno de los sitios más peligrosos de Rio. Hay tensión en el ambiente, miedo y fascinación. No estamos solos. Mares de seres caminan con nosotros. A mi lado un papagayo gigante pasa sonriendo. Plumas rosadas tocan mi cara mientras miro una pareja de gays cogidos de la mano, semidesnudos y con quepis de marinero.

Cientos de personas salen del sambódromo después de desfilar en el carnaval. La escena es dantesca. Entre la sordidez del lugar, el peligro y la tensión, disfraces lujosos, alegría, cansancio, euforia.

De pronto una sirena retumba con el eco del túnel. Los seres más exóticos abren paso en la multitud. Una ambulancia avanza poco a poco en medio del zoológico humano más extraño que haya visto jamás. Al asomarse por la ventana, quien va en la ambulancia pensará que ha muerto y que está atravesando el túnel por el que abandonará su vida.

La ambulancia atraviesa el túnel. El ruido de la sirena se aleja y da paso a árboles que cantan samba, mientras unas flores corren para alcanzarlos.

En medio de una luz tenue, un hombre vestido de sol ocupa un carril completo. Las bahianas levantan sus enormes faldas doradas para avanzar más rápido. Prostitutas y travestis se camuflan entre los disfraces, por una noche no atraen todas las miradas. Un soldado francés los mira de reojo mientras pasa con su bandera azul, blanca y roja, sin darse cuenta pisa la cola de un dragón que camina adelante. Mujeres con cuerpos cubiertos de lentejuelas y tacones empinados atraviesan charcos de lodo.

Finalmente salimos del túnel. De vuelta a la sordidez del centro de Rio en la madrugada. El túnel sigue escupiendo seres imaginarios. Un grupo de indigentes observa el espectáculo. Sonríen. Esa noche la droga no hace diferencia.

Miro hacia atrás y me alejo sin saber si acabo de vivir un sueño lúcido. Y como todos los demás sueños, tengo que escribirlo.

Reflexiones varias

Asistí al XVI congreso internacional de la Asociación Junguiana del Brasil en Rio de Janeiro, el fin de semana anterior, sobre el tema Gaia, inidividuación y sociedad. Haciendo un balance general, creo que realmente valió la pena la experiencia de asistir durante tres días a las conferencias, en su gran mayoría de autores brasileros.

El congreso despertó en mí muchas reflexiones tanto académicas como personales, algunas de las cuales me gustaría compartir acá.

Por un lado, fue muy interesante encontrarme con mis compañeros de formación y mis profesores en un ambiente completamente diferente al de las clases semanales. Ver a algunos de mis profesores, que para mí son verdaderas autoridades en cuanto a la Psicología Junguiana, nerviosos al presentar sus conferencias, fue una oportunidad de “retirar algunas de mis proyecciones” de autoridad y sabiduría y ver una dimensión totalmente humana en aquellos que para mí son una especie de dioses del conocimiento. Esto puede sonar exagerado o absurdo, pero en mi caso tiendo a revestir de autoridad a esas personas que muestran dominio de temas relacionados con Psicología Analítica y que por su experiencia se han ganado un reconocimiento en esa área.

Por otro lado, es claro que el nivel de difusión y de arraigo de la Psicología Analítica en Brasil es enorme y deseable para Colombia, que se encuentra dando los primeros pasos en esta área. El primer congreso de la Asociación Junguiana de Brasil fue realizado en 1993 con la asistencia de 45 personas. Hoy, existen 6 sociedades en el Brasil, que han formado a cientos de analistas durante estos años.

En Colombia, gracias al esfuerzo de Juan Carlos Alonso y de los miembros de la Asociación para el Desarrollo de la Psicología Analítica (www.adepac.org), el sueño de fomentar el estudio del pensamiento junguiano y la posibilidad de contar con analistas en nuestro país es cada vez más cercana. En todo caso, el camino para los latinoamericanos ha sido largo y difícil, como en su momento lo fue para México, Brasil y Venezuela, que ofrecen formación de analistas y para Uruguay y Chile que ofrecen maestría en Psicología Analítica.

Como decía anteriormente, el tema del congreso fue Gaia, inidividuación y sociedad, tema muy pertinente para estos días en los que la concientización de la crisis ecológica planetaria tiene cada vez más espacio. Y creo que de eso se trató exactamente el congreso, de generar conciencia de una crisis que al afectar a Gaia nos afecta a nosotros, como individuos esencialmente ligados a la naturaleza. Este será tema de un próximo post sin duda, pero no quería dejar de mencionarlo en esta mirada general del congreso.

Otro punto llamó mi atención, entre otras cosas por haber trabajado durante varios años en el área de tecnología y educación. Es muy llamativo ver cómo, en general, nosotros los psicólogos somos un gremio bastante alejado de lo tecnológico, reforzando aquel estereotipo de que en las ciencias humanas nuestra tecnología es el libro.

Teniendo en mente comenzar mi blog, quise tomar notas en un pequeño portátil en vez de hacerlo a mano en una libreta. Como era de esperarse, entre los cientos de personas en el público, no encontré a nadie que tuviera un portátil para este fin. Menciono que me parece bastante llamativo porque en el área de la informática educativa, donde además de ingenieros existen muchos profesionales de las ciencias sociales, es absolutamente normal tomar notas digitales y muchas veces publicar en vivo y en directo las anotaciones a medida que avanzan las conferencias. Después de “soportar” :) la burla y los comentarios de mis colegas sobre mi “sofisticación” por tomar notas en un portátil, terminé por volver al tradicional lápiz y papel cuando la batería se acabó y decidí no salir en una exploración por el salón de la conferencia en la búsqueda de una toma…

Y esto me lleva al siguiente punto de mi reflexión, que se refiere a que las presentaciones en este tipo de congresos generalmente son textos leídos con apoyo de Power Point. No tengo nada en contra del uso de ayudas visuales ni mucho menos, pero me parece que son un medio para reforzar o ayudar a comprender el mensaje y no un simple requisito de presentación de conferencias. Personalmente creo que el sentido de asistir a estas presentaciones es contar con la presencia del autor y recibir de primera mano la información de su conferencia. Sin embargo, no encuentro ningún valor en estar en presencia de un autor que se dedica a leer un texto sin interacción con el público… Realmente creo que el mensaje que se quiere comunicar es tan importante como la manera de comunicarlo.

Hubo un caso en particular que me pareció extremo y afortunadamente único entre las conferencias a las que asistí. Uno de los conferencistas puso en Power Point el texto de Word que se dedicó a leer a toda velocidad porque sólo tenía 20 minutos para su presentación. Pasado el tiempo límite sólo consiguió llegar a la página 5 de 17 y como el tiempo estaba agotado cerró ahí su “conferencia” sin decir más… Esto me parece tan inaudito que no puedo creer que cosas como estas pasen en un congreso con invitados de alto nivel. Lo más triste es que el tema de su conferencia era absolutamente interesante, por lo menos en las primeras y únicas 5 páginas que pudimos conocer!!! Sin embargo, quiero aclarar que fue el único caso en el que sucedió esto, pero es algo que personalmente creo que no tiene presentación (o sí la tiene, un texto de Word :)).

En fin, estas y muchas otras reflexiones vinieron a mi mente gracias a la experiencia de este fin de semana. Pienso que es una buena excusa para iniciar este blog que desde hace mucho tiempo venía aplazando.

Bienvenidos todos los comentarios, aclaraciones, dudas, opiniones, etc. etc.
Este es un espacio para publicar lo que pienso y espero que también sea un espacio para debatirlo.