Hace un par de meses, en una estación del metro de São Paulo, me encontré por “casualidad” (para mí todo encuentro casual es una cita, como dijo Borges) una exposición llamada Mandalas, Noches Romanas, Noches Paulistanas. Marco Ulgheri, artista italiano, crea estas maravillosas imágenes a partir de fotografías que toma en las calles en la noche o al final del día. Con el obturador abierto de su cámara, logra captar el rastro de las luces de los carros, la gente, el reflejo en el piso mojado, las luces de la ciudad. La imagen inicial es duplicada en computador varias veces alrededor de un punto central, formando estos círculos maravillosos cuyos colores surgieron de una escena y de un momento real. Es por esto que Marco Ulgheri considera que estos Mandalas son el producto de la casualidad de un momento cotidiano captado por su cámara. Las manos del artista sosteniendo la cámara son en este caso el pincel y la pintura es la luz.
No sólo me parece maravilloso el resultado final sino también la metáfora detrás de la creación de estos mandalas.
Los mandalas son figuras simétricas a un centro, generalmente circulares o cuadradas. Estas figuras han aparecido a lo largo de la historia de la humanidad en diversas culturas y tradiciones en todo el planeta. En oriente, los mandalas han sido utilizados tradicionalmente como objetos de contemplación y meditación y es común encontrar mandalas enormemente elaborados que contienen un complejo simbolismo budista.
En el Tíbet, los lamas tienen una tradición que personalmente encuentro admirable. Realizan enormes mandalas con arena muy fina de colores. Este proceso puede tomar varios meses en donde hay una dedicación total para lograr cada detalle sólo con arena. Una vez el mandala es terminado se protege con una urna de cristal y el pueblo en peregrinación pasa en grandes filas a verlo. Y cuando la peregrinación ha terminado, los lamas simplemente retiran la urna de cristal y el viento se va llevando la arena y con ella las formas y detalles. Finalmente sólo queda un gran espacio vacío, ningún rastro de la gran obra realizada y la increíble lección budista de desapego e impermanencia que a los occidentales nos cuesta tanto siquiera entender.
Para Jung, los mandalas son una imagen que representa la psique, cuyo centro es el Sí-Mismo. Él observó que estas figuras simétricas al centro, aparecían espontáneamente también en muchos de sus pacientes, en sueños y dibujos, especialmente en momentos de crisis, como si fuera una manera en que la psique busca organización y equilibrio.
En ese sentido, los mandalas son símbolos del Sí-Mismo, como centro regulador de la psique.
Es por todo lo anterior que me parece maravillosa la metáfora lograda por Ulgheri al mostrarnos sus mandalas hechos de luz. Me hace pensar que ahí, en medio de la noche de grandes ciudades congestionadas por el tráfico, los transeúntes, la lluvia, también está la prima materia del círculo sagrado.
Quien esté interesado en ver más mandalas de Marco Ulgheri puede hacerlo en este URL: http://www.ulgheri.it/digital-art/mandala/mandala.htm
lunes, 20 de abril de 2009
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1 comentario:
Lindas estas mandalas, Ana!
Mas a exposição não veio por estes lados, né? Pena...
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