miércoles, 17 de diciembre de 2008

Sueños en secuencia

Después de casi un mes de no escribir en mi blog, debido a mis múltiples obligaciones académicas de fin de año, he decidido escribir un post corto sobre algo que me pasó hoy.

Por motivos alquímicos (tengo que entregar un trabajo sobre psicología analítica y alquimia este sábado), estuve revisando el cuaderno donde escribo mis sueños y me di cuenta de que un sueño muy importante que tuve hace 10 años se complementa totalmente con otro sueño que tuve en el 2006.

Simplemente no lo había notado, pero en mi primer sueño soy un hombre calvo de unos 40 años de edad y visto una túnica negra. Todo el sueño, transcurre alrededor de este personaje misterioso que sólo volvió a aparecer en el sueño de hace dos años.

Lo maravilloso del asunto es que se trata del inicio (en 1998) y cierre (en 2006) de un ciclo muy importante en mi vida. No voy a entrar en los detalles para que no terminen dormidos y soñando al leer este post, pero el sueño del 98 hablaba de nacimiento y el del 2006 de muerte y transformación.

Esto por supuesto no es una casualidad. Los sueños generalmente están relacionados entre sí. Es por eso que es recomendable analizar secuencias de sueños en terapia y no verlos aisladamente. Finalmente se trata de un proceso y no de eventos independientes.

Lo más interesante es que los sueños pueden complementarse después de varios años, como lo confirma mi experiencia y la de varios pacientes.

Pero también es común tener varios sueños en una misma noche que pueden ser totalmente diferentes en cuanto a personajes, lugares y situaciones. En este caso, una vez más, lo más probable es que se trate de una secuencia, como los capítulos de un libro. He tenido esta experiencia varias veces y gracias a que escribo la mayor parte de mis sueños me doy cuenta de que tienen un hilo conductor que a primera vista no es fácil de identificar.

Al despertar y recordar lo que acabamos de soñar es muy común descalificar los sueños, es decir, pensar que lo que se soñó es ridículo y que no tiene nada que ver con nuestra vida consciente. Pero esa actitud descalificadora generalmente es un mecanismo de defensa para no ver lo que nuestro inconsciente nos está queriendo decir.

Muchas personas no escriben la mayoría o ninguno de sus sueños porque les parecen absurdos. Pero es el ego, para protegerse a sí mismo, quien decide que el sueño no tiene sentido. Generalmente en esos casos los sueños tienen mucho que decir.

Es por eso que, al despertar, mi recomendación es no juzgar los sueños con ningún adjetivo (absurdo, bobo, inútil, ridículo, etc.). Simplemente hay que escribir TODOS los sueños. Sólo así se logra percibir su valor y su sentido, algunas veces de inmediato y otras veces años después…

jueves, 20 de noviembre de 2008

En busca de sentido

A lo largo de la vida he tenido la fortuna y el privilegio de encontrarme con personas especiales.
Esos encuentros, largos o efímeros, siempre me han enriquecido. Se trata de gente con todo tipo de experiencias, que parece tener un imán para atraer a otras personas a su alrededor, porque tienen mucho que decir y mucho que enseñar. Estoy segura que todos podemos pensar en alguien con esas características.

Pensando en todas estas personas especiales no podría decir que lo que tienen en común es una profesión o actividad específica o una historia de vida similar. Realmente, lo que las hace especiales para mí es que son personas que han dedicado su vida a lo que las apasiona.

Los profesores que más recuerdo y los que más me han marcado en mi vida no han sido los que más títulos tienen, o los profesores “cuchilla” que generalmente son inolvidables pero de la manera más negativa posible. Han sido los profesores que sienten pasión por lo que enseñan los que me han marcado.

También me he encontrado con personas que se sienten apasionadas por trabajos de todo tipo, manuales, intelectuales, artísticos. Ellos han descubierto su propio talento y han tenido la claridad y la valentía para dedicarse a él. Y ese es el secreto de su éxito, por eso hacen tan bien lo que hacen.

Pero más allá, han sido capaces de percibir que con su pasión por lo que hacen pueden cambiar su entorno y pueden encontrar un sentido mucho más amplio que su propia realización individual.

Me viene a la mente aquella historia de los obreros que estaban trabajando en una construcción.
Una persona se acercó y le preguntó a uno de ellos: ¿qué está haciendo?, el obrero contestó: “estoy poniendo ladrillos”. La misma persona se acercó a otro obrero que estaba haciendo lo mismo que el anterior y le preguntó ¿qué está haciendo? y el segundo obrero le contestó, “estoy construyendo una pared”. Con curiosidad esta persona se acercó a un tercer obrero que juntaba ladrillos con los otros dos y preguntó una vez más, ¿qué está haciendo? el obrero lo miró con una sonrisa y le contestó: “estoy construyendo una catedral”.

La diferencia entre los tres obreros no es lo que hacen sino para qué lo hacen. Así como para el primer obrero puede ser un castigo tener que ir a trabajar, para el tercero es inspirador.

Ese sentido puede hacer especial lo que parece simple o común. Somos parte de un todo y aquello a lo que dediquemos nuestra vida no sólo influye en nuestro entorno inmediato, sino en un contexto colectivo.

Victor Frankl, fundador de la Logoterapia, basa toda su teoría en la necesidad que tenemos los seres humanos de tener un sentido en nuestra vida. “El Hombre en Busca de Sentido” es uno de los libros más profundos que he leído en mi vida. En él Frankl cuenta su experiencia en un campo de concentración en la segunda guerra mundial, en donde después de haber perdido todo y a todos, lo único que lo mantenía vivo era tener la vivencia y la certeza de un sentido en su vida.
Creo realmente que dedicarnos a lo que le da sentido a nuestra vida y lograr una conciencia de esa colectividad de la que hacemos parte, ayudaría a cambiar el mundo.

Pero todo esto no se da por sí sólo. Es necesario tener una actitud de búsqueda si no se ha encontrado esa pasión y la valentía para dedicarnos a ella.

Grandes empresas, grandes ideas de negocio, grandes artistas han surgido de la pregunta ¿para qué soy bueno?, ¿qué puedo pasar horas y horas haciendo sin cansarme?

Una pregunta que generalmente ayuda en la búsqueda de sentido frente a lo que hacemos es: si me ganara la lotería hoy ¿a qué me dedicaría el resto de la vida?, ¿Seguiría estudiando lo que estudio?, ¿Seguiría trabajando en lo que trabajo?, si la respuesta es sí, es probable que estemos cerca de construir catedrales todos los días.

martes, 4 de noviembre de 2008

Máscaras

Así como en el inicio del teatro los actores usaban máscaras para representar sus personajes, Jung propone que todos tenemos una máscara propia que llamó “Persona”. Se trata de todos esos papeles que desempeñamos en la vida diaria que forman un personaje que creamos para movernos en el mundo (ej. Soy rico, soy pobre, soy economista, soy intelectual, soy alegre, soy blogger ; ) etc.).

La Persona no es una creación de nuestra conciencia. Su formación depende de múltiples factores y comienza desde la infancia. Las expectativas de los padres, el número de hermanos, el lugar que se ocupa en la familia, son todos determinantes, entre muchos otros, de los factores que nos llevan a actuar de una u otra forma en la vida.

La sociedad y el medio en el que nos movemos tienen un valor fundamental no solo en la formación sino también en la permanencia de la Persona, lo que quiere decir que sin la referencia social este papel no sobrevive porque necesita ser reconocido por los otros para continuar actuando su personaje. Por eso la Persona no tiene origen solamente en la individualidad, sino también en la colectividad.

En una sociedad como la nuestra, es muy común encontrar gente que todo el tiempo está mostrando cuánto tiene en términos de plata, viajes, propiedades, títulos académicos, etc.

Quién no ha conocido gente que sólo habla de sí misma y se encarga, en sólo algunos minutos de conversación, que uno se entere del carro que tiene, el alto nivel de gastos que maneja, las vacaciones al otro lado del mundo con su familia, los cuatro doctorados, etc.

Esto es tan común porque ese es el tipo de cosas que se interpretan como logros y éxitos en nuestra sociedad.

Sin embargo, detrás de esa actitud presumida y muchas veces molesta, generalmente hay una identificación con la Persona. Es decir, cuando alguien logra reconocimiento y éxito en su entorno, es posible que el ego se identifique con ese papel que juega el individuo.

En ese caso, la Persona se convierte en protagonista de la identidad, lo que quiere decir que nos creemos el cuento que somos eso que mostramos o que pretendemos ser. Es decir, “somos” la plata que tenemos, o los viajes que hemos hecho, o los premios que hemos ganado, o el cargo directivo que tenemos, etc., etc. (Dicen que John F. Kennedy exigía que incluso su familia en privado lo llamara Sr. Presidente).

Pero la identificación con la Persona no sólo se presenta frente a cosas como la plata y los éxitos profesionales, aunque en nuestra sociedad creo que es lo más común.

Existen otros tipos de identificación con la Persona como el caso muy conocido también del gurú o salvador, que está convencido que con su “espiritualidad” puede salvar a todos los que se acerquen a él, generalmente dando paso a sectas y congregaciones religiosas alrededor de su figura mística. Esto sólo para mostrar que existen muchas otras posibilidades de identificación con la Persona.

Esa identificación del ego con la Persona nos lleva a tener cierta “sensación de seguridad” en la
que sentimos que tenemos todo bajo control. Pero el riesgo de esa identificación es alto ya que se opone al proceso de buscar nuestra propia individualidad y entender quiénes somos en esencia, lo que incluso puede llevar a conflictos y neurosis.

Como decía al comienzo, todos tenemos una Persona y afortunadamente es así porque es una función importantísima para relacionarnos con el mundo y adaptarnos a nuestro entorno. Pero en el punto en el que se convierte en un obstáculo para el desarrollo psicológico y espiritual, vale la pena dar una revisada a esa máscara con la que nos estamos identificando.

Quiero aclarar que cuando existe esta identificación no hay una intención de “engañar” a los otros para que crean que se es lo que se pretende ser. Ese es otro caso…

Estas personas realmente sienten que son eso, sin querer engañar a nadie. Y por eso se encargan de que todo el mundo a su alrededor se entere.

Hace poco oí a una psicoanalista brasilera hablando sobre la diferencia entre seguridad y prepotencia. Quien es seguro reconoce sus debilidades y no tiene miedo de expresarlas. Quien es prepotente nunca demuestra sus temores y los esconde al máximo.

Cuando el ego se identifica con la Persona, la gente se muestra infalible y ante cualquier cuestionamiento de sus logros o imagen reacciona con agresividad. Claro que tiene que reaccionar así, ¡si toda su identidad está amenazada!


Terminar con esa identificación no es una tarea fácil, entre otras cosas porque es inconsciente y porque implica la ardua labor de enfrentarse a las inseguridades y la vulnerabilidad de cada uno y confrontarse con la Sombra (todos aquellos contenidos que no reconocemos como propios y de los que no nos sentimos orgullosos pero que hacen parte de nosotros a nivel inconsciente).

El reconocimiento de esos elementos que no hacen parte de nuestra máscara puede cambiar la manera como nos relacionamos con nosotros mismos y con el entorno dando paso al surgimiento de una nueva identidad. La Persona siempre existirá, pero la identificación con ella no necesariamente, lo que es fundamental en el camino hacia la individuación.

martes, 21 de octubre de 2008

Los otros consumismos

En una de las conferencias del congreso de la AJB, Leonardo Boff hablaba sobre cuánto disfrutaba de vez en cuando ir a algún centro comercial, para dar un “paseo socrático por el shopping”, ya que allí puede ver todo lo que NO necesita para vivir.

Me encantó esta manera de decirlo pues realmente sólo basta ir a un centro comercial, nuevos puntos de encuentro de la modernidad, para ver cuán consumista y capitalista es nuestra sociedad.

Por supuesto, esa actitud siempre se ha criticado y a las personas consumistas, se les tacha de materialistas, superficiales, vacías, etc., etc. De hecho las compras compulsivas son una problemática muy común en terapia.

A propósito, hace poco supe de una estrategia bastante llamativa que se está utilizando en algunos casos de personas que son compradoras compulsivas. La idea es meter la tarjeta de crédito con agua en una hielera y congelarla de manera que quede en medio de un cubo de hielo. Así, cuando la persona siente la compulsión por ir de compras, tiene que sacar el hielo y esperar a que se derrita para poder llevarse la tarjeta. Pero después de esperar a que el hielo se derrita probablemente habrá pasado la compulsión (bastante extraño, yo sé).

Lo cierto es que, aunque sea un problema tan generalizado en estos días, el consumismo material no es el único que existe, aunque sí es el más satanizado.

Siempre se ha hablado de lo espiritual como lo que se contrapone al materialismo. En nuestra sociedad, la búsqueda de crecimiento espiritual es considerada positiva y las personas que emprenden esa búsqueda generalmente son valoradas en sus contextos sociales.

Pero esa búsqueda no siempre nos lleva a ser mejores personas o a conocernos mejor, ya que puede ser producto de un consumismo tan exacerbado como aquel que tanto se critica cuando se trata de comprar ropa, joyas, carros, zapatos, etc.

Vivimos en una sociedad tan exigente en términos económicos y tan “castradora” en términos espirituales, que pienso que esto ha desencadenado en muchas personas la necesidad de encontrar un espacio para lo espiritual como sea. Y cuando digo como sea es como sea…

En los últimos años han venido tomando fuerza toda clase de terapias alternativas, nuevas religiones, libros de autoayuda, grupos de apoyo sobre los temas más diversos, etc. etc.
Esto responde a una ausencia profunda de sentido, a un no saber para qué o para dónde vamos y me parece completamente válido y comprensible que así sea.

Pero cuando la búsqueda por respuestas, por tranquilidad, por autodescubrimiento, está ligada a la participación compulsiva (generalmente asociada a inversiones económicas nada despreciables), en talleres, terapias, religiones, ¿no estamos hablando de consumismo también?

Conozco varias personas que siempre están intentando algún nuevo tipo de yoga, asistiendo a charlas sobre caracterología, leyendo sobre velas, Feng Shui y Tao y asistiendo cada quince días a talleres de crecimiento personal con algún gurú que está de paso por el país y que probablemente ayudará en el camino a la iluminación. Todo esto una misma persona al mismo tiempo.

Quiero decir que no tengo nada contra el yoga o contra cualquier otra técnica milenaria de meditación y desarrollo espiritual y en general contra nada de lo que mencioné. Es sólo que cuando es todo al tiempo y sin un eje conductor coherente, creo que es bastante sospechoso. De hecho, me parece que de alguna manera es equivalente a comprar 10 pares de zapatos al mes y es por eso que lo llamo consumismo espiritual.

Por supuesto que me estoy refiriendo acá a esa búsqueda descontrolada de lo espiritual y no al interés genuino de muchas personas por su desarrollo personal, que en muchos casos se logra de la mejor manera, afortunadamente.

Pero cuando se trata de consumismo, muchas veces sucede por falta de orientación o claridad y por querer intentarlo todo, y otras veces sucede porque la “búsqueda espiritual” trae consigo cierto estatus.

Y entre otras muchas consecuencias, esto genera una banalización de prácticas espirituales milenarias o de escuelas terapéuticas de gran valor.

Pero el consumismo tiene muchas caras y los terapeutas no estamos exentos.

Para quienes nos interesamos por el análisis junguiano por ejemplo, probablemente no está entre las prioridades tener el carro último modelo, hacernos cuanta cirugía estética exista, o comprar la ropa de marca. Sin embargo, somos consumistas de otra manera.

Es impresionante el montón de libros que se vendieron en el Congreso de la AJB en septiembre pasado. Me quedé observando por un largo rato cómo los dos vendedores de turno prácticamente no daban abasto con las decenas de personas que querían comprar toda clase de libros sobre Psicología Analítica y afines. Sin duda la selección era excelente, estaba allí todo lo que un junguiano podría querer tener en su biblioteca.

No puedo negar que la tentación era inmensa, porque incluso había libros que difícilmente se consiguen. Así que me encontré a mí misma con unos 4 libros en mis manos y haciendo cálculos mentales de cuánto podría gastar. Pero un momento después me di cuenta que era una acción más compulsiva que otra cosa. Así que pensé: “tengo unos 5 libros nuevos, todavía sin desempacar en casa y no voy a seguir aumentando la lista”. Dejé los libros, no sin esfuerzo, y me alejé del punto de venta improvisado en medio de uno de los pasillos del hotel del congreso. Esos libros que no compré, probablemente habrían pasado un buen tiempo en mi biblioteca sin ser leídos, mientras evacúo la lista de libros pendientes. En resumen, cuando los necesite y tenga tiempo y plata los compro, ¿antes para qué?

Por supuesto no estoy criticando el gusto por la lectura ni los maravillosos libros que se pueden encontrar sobre Psicología Analítica o sobre cualquier tema en estos días. Pero en el momento en el que nos volvemos compradores compulsivos de “conocimiento” no podemos menos que reconocernos como consumistas también. A esto le llamo consumismo intelectual, para diferenciarlo del consumismo espiritual y del consumismo material, al que tan acostumbrados estamos.

Pienso que los analistas, los intelectuales, los académicos, y todos los especímenes :) que creemos y queremos estar interesados por el conocimiento, tenemos que tener un nivel de conciencia alto a la hora de “hacer compras” para no convertirnos en consumistas intelectuales.

Es por esto que, aunque no justifico el consumismo material, me parece que estamos pecando por proyectar todo en él y no aceptar que hacemos parte de una sociedad donde las compras compulsivas de carácter “espiritual” o “intelectual” también están presentes, pero a diferencia del consumismo material, son aceptadas y peligrosamente valoradas socialmente.

Frente a esto el único remedio posible es tener el criterio para saber en qué vale la pena invertir en cada momento, qué nos lleva a hacer esa compra y si el “producto” que vamos a adquirir realmente nos va a ser útil, aunque extrañamente estemos hablando de conocimiento y espiritualidad.

martes, 14 de octubre de 2008

Homenaje al ánima

En días pasados The List Universe (http://listverse.com/), publicó la lista de las 10 mujeres más poderosas de la historia. Aunque no son claros los criterios de selección, me parece que es un grupo muy interesante de mujeres que de una u otra forma han cambiado la historia.

Desafortunadamente esta lista sólo tiene en cuenta mujeres europeas y orientales, dejando de lado las mujeres poderosas en la historia latinoamericana. Hacer la lista de las 10 mujeres más influyentes en nuestra historia podría ser una tarea muy relevante.
Pero por ahora puede consultarse esta interesante la selección en el siguiente link: http://listverse.com/people/top-10-most-powerful-women-in-history/

Difícilmente podríamos determinar qué hizo que estas mujeres lograran acceder y permanecer en el poder. Sin embargo, es llamativo el “coraje” para emprender batallas y conquistar territorios, la “sensibilidad” para impulsar la cultura, la arquitectura, las artes y la “fuerza” para luchar contra tiranías e injusticias.

Por supuesto que sería totalmente injusto definir esas características como específicamente femeninas. Creo que lo que hizo diferencia en la obra de estas mujeres es haber logrado desarrollar tanto características femeninas como masculinas, que supieron equilibrar durante su vida.

Jung definió como ánima y ánimus esas características femeninas y masculinas que aparecen en hombres y mujeres, respectivamente. Es decir, para Jung el ánima es la personificación de todas las tendencias psicológicas femeninas en la psique de un hombre. Y el ánimus es la personificación de las tendencias psicológicas masculinas en la psique de una mujer.
Sin embargo, posteriormente se propuso que tanto hombres como mujeres tenemos psicológicamente tanto ánima como ánimus.

El ánima es personificada en sueños a través de mujeres que pueden jugar un rol desde seductor hasta de guía espiritual (Sharp, 1994). El ánima puede personificarse como madre, diosa, amada, mujer infernal o hechicera.

El ánima es mediadora de los elementos de la psique con el Self (Sí-mismo, o centro integrador de la psique en la psicología junguiana). Según Jung, el ánima se relaciona con sentimientos o estados de ánimo difusos, captación de lo irracional, sospechas proféticas, capacidad para el amor personal, sensibilidad para la naturaleza y relación con el inconsciente.

Tanto el ánima como el ánimus tienen un papel importante en el camino hacia la integración psicológica. El ánima intenta unificar y vincular, mientras que el ánimus busca diferenciar y reconocer.

En sociedades tradicionalmente patriarcalistas es extraño oír hablar de mujeres en el poder. Es por eso que quise escribir este post como un homenaje al ánima de hombres y mujeres que han logrado acceder a lo femenino y darle un rol importante en contextos de poder (tradicionalmente identificados con lo masculino).

Es verdad que en la actualidad las mujeres tenemos muchas más posibilidades de acceso al poder, a los cargos directivos, a las posiciones de liderazgo, etc. Sin embargo, desafortunadamente para muchas mujeres asumir ese rol ha significado un desarrollo desmedido del ánimus, en detrimento del ánima, comúnmente desvalorada en estos contextos.

Hace poco oí un comentario que me llamó mucho la atención, de una mujer muy exitosa académicamente en Brasil, que decía que hoy en día las mujeres queremos ser como los hombres sin dejar de ser mujeres.

Me parece que el punto es que para las mujeres no es deseable ser como los hombres. Y quiero aclarar que no estoy diciendo esto con un juicio de valor peyorativo frente a los hombres ni nada por el estilo…

Lo que digo es que es imposible que las mujeres nos convirtamos en hombres, por lo menos si se espera tener algún nivel de salud mental...

La buena noticia es que no es necesario convertirnos en hombres para acceder a esas posiciones de poder que tradicionalmente han sido masculinas.

El punto es que como mujeres tenemos que descubrir cómo ejercer el poder desde lo femenino y por supuesto, no dejar de lado nuestras características masculinas que, en justa medida, son de un valor incuestionable.

Para cerrar dejo este video que para mí es una verdadera joya que me encontré hace algún tiempo en You Tube. Simplemente no me canso de verlo. Este es el verdadero homenaje al ánima:



Referencias:
· SHARP, Daryl. Lexicón Junguiano. Santiago de Chile: Cuatro Vientos. 1994
· JUNG, Carl Gustav. El Hombre y sus Símbolos. Buenos Aires: Paidós. 1995

lunes, 6 de octubre de 2008

Algunas ideas sobre los sueños

Personalmente encuentro apasionante el tema de los sueños que son para mí tanto una herramienta profesional como personal. Los sueños son guías invaluables en el proceso terapéutico y valiosas fuentes de información sobre nuestro momento psíquico.

En este post me gustaría hablar sobre ideas que aparecen comúnmente frente a los sueños, intentando hacer un breve recuento de frases que he oído con frecuencia sobre este tema.

Seguramente se quedarán muchas por fuera pero intenté incluir al menos las que me parecen más significativas:

1. Yo nunca sueño: Es posible que sea cierto, pero eso quiere decir que no se está durmiendo profundamente. Cuando dormimos pasamos por cuatro etapas de actividad cerebral y sólo al llegar a la cuarta etapa se produce actividad onírica, es decir, soñamos.
Esta cuarta etapa es llamada REM (Rapid Eye Movement) o movimiento ocular rápido. ¿Por qué? Porque en ese estado los ojos se mueven de un lado para otro, como podemos comprobar observando a una persona mientras sueña, por el movimiento de sus ojos bajo los párpados. Cada noche las etapas del ciclo se repiten varias veces, pero cuando una persona no duerme profundamente o cuando el sueño es inducido (por pastillas para dormir por ejemplo) es probable que realmente no se sueñe, es decir, que no se llegue a la cuarta etapa.

Sin embargo, lo que suele suceder con las personas que dicen no soñar es que realmente no recuerdan lo que soñaron. Si usted normalmente descansa cuando duerme y por la mañana se siente recuperado, lo más probable es que usted haya soñado aunque no recuerde lo que soñó. Eso lleva a una segunda idea muy común:

2. No me acuerdo de lo que sueño: Esto es perfectamente posible, o mejor, es el caso de muchas de las personas que creen que no sueñan. Desafortunadamente en occidente nadie nos educó para darle importancia al inconsciente y a los sueños. Por lo tanto, muchas personas simplemente olvidan lo que soñaron.

Sin embargo, hay formas de lograr recordar los sueños. Antes de dormir piense que recordará vívidamente los sueños de esa noche. Si no funciona el primer día funcionará pronto, pero no deje de hacerlo, porque se trata de un “entrenamiento”, así como ir al gimnasio para ejercitar determinados músculos. Esto funcionará si usted tiene problemas para recordar los sueños, pero después de un tiempo no tendrá que pensar nada antes de dormir porque usted recordará sin problemas sus sueños al despertar.

3. Los sueños no tienen ningún sentido: Sin duda los sueños son extraños y es extraño soñar. Pero me pregunto ¿Por qué al dormir simplemente no nos desconectamos de la realidad y nos recuperamos físicamente del cansancio diario con la mente en blanco?, ¿No es extraño que cada noche veamos toda una serie de situaciones, con personajes conocidos o desconocidos, colores, emociones y toda una serie de eventos que muchas veces suceden completamente fuera de cualquier lógica tempo-espacial? No sé, pero todo esto me parece demasiado elaborado como para no tener ninguna función.

Algún escéptico dirá que los sueños podrían ser equiparables al apéndice, que no sirve para nada a pesar de ser parte de nuestro cuerpo. La diferencia es que los sueños no son extirpables, no se pueden operar, no hay manera de hacer una cirugía de emergencia de “onirocitis” para sacar los sueños de nuestra mente y que nunca nos vuelvan a “molestar” como el apéndice. Así que me parece muy difícil creer que los sueños no sirven para nada y que toda esa actividad cerebral no tiene ningún sentido, más allá del descanso físico diario.

Creo que el problema es que no es fácil entender los sueños porque el inconsciente habla “otro idioma”. Pero que un extranjero se acerque a usted hablando ruso y usted no le entienda nada, no quiere decir que el extranjero no esté tratando de decirle algo o que no exista!!!
El inconsciente es un extranjero tratando de comunicarse y eventualmente lo logra, sólo en caso de que se le preste atención, lo cual es bastante recomendable.

4. La interpretación de los sueños es charlatanería: A las personas que piensan esto les puedo decir que la comprensión del significado de los sueños es posible y es una parte fundamental del trabajo analítico desde la Psicología junguiana y desde muchos otros enfoques, como el Psicoanálisis freudiano, por supuesto.

Desafortunadamente, existen también charlatanes que se aprovechan de la ignorancia sobre el tema para sacar partido. Pero esto no sólo sucede con los sueños, existen charlatanes de todo tipo y sobre todos los temas que existen. Desde temas médicos hasta temas técnicos como la ingeniería, han estado expuestos también a estos personajes que pretenden saber o hacer creer que saben sobre cualquier cosa…

Dentro de la charlatanería frente a los sueños se encuentra toda esta creencia de los diccionarios de los sueños, en los que basta buscar el significado de los objetos, animales, o cualquier cosa con la que usted haya soñado para entender su significado. Eso lo haría muy fácil, pero NO ES POSIBLE. ¿Por qué no? porque el idioma de su inconsciente no usa palabras sino símbolos y ese idioma es diferente para cada persona. Es decir que si dos personas se sueñan con una araña, lo más probable es que el significado de este símbolo no tendrá nada que ver para los dos soñadores.

Comenzar a escribir los sueños cada mañana es un hábito que recomiendo mucho, aunque de primera mano usted no entienda lo que signifiquen. Esto ayuda por un lado a comenzar a acercarse a ese idioma desconocido, pero que poco a poco se hará más familiar, y por otro lado, le da un mensaje claro a su inconsciente: usted está interesado en saber lo que él está tratando de decir. Esto es importantísimo, porque el inconsciente reacciona ante esta actitud de la conciencia.

Probablemente se me queden por fuera muchas de las ideas sobre los sueños, pero quería al menos hablar sobre las más comunes. El tema es prácticamente inagotable y continuaré escribiendo sobre otros aspectos relacionados en futuros post, pero por ahora quería escribir esta información inicial sobre el apasionante tema de los sueños.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Comida chatarra para el alma

En el marco del congreso de la AJB (Asociación Junguiana del Brasil), tuve la oportunidad de asistir a la excelente conferencia del Dr. Luigi Zoja sobre las raíces arquetípicas de los espectáculos de violencia. En su conferencia, el Dr. Zoja explicó cómo en Grecia la idea de espectáculo implicaba un papel activo y confrontativo por parte del espectador.

Quienes asistían a las representaciones de las tragedias griegas originales se identificaban con las historias que cuentan los más profundos conflictos humanos. Y hasta hoy es así, porque no es posible no “ser tocado” por estas historias arquetípicas en las que los dramaturgos griegos exploraron lo más esencial de los seres humanos.

Sin embargo, posteriormente los romanos transformaron este concepto de espectáculo en otro tipo de entretenimiento, donde el objetivo no era cuestionar y confrontar al público, sino simplemente distraerlo. Así nació el Circo Romano en donde el pueblo se reunía para presenciar el enfrentamiento de animales salvajes con guerreros o de gladiadores entre sí. Estos últimos eran entrenados para dar un espectáculo sangriento al público sin mostrar el más mínimo miedo a la muerte.

El público frenético sólo tenía que mostrar su dedo pulgar hacia abajo o hacia arriba si quería que el gladiador de turno fuera asesinado o su vida fuera perdonada. Generalmente era aquel gladiador que con heridas de muerte sonreía y animaba a los espectadores, quien ganaba el favor del público.

De esa manera, de un espectador activo, tocado y conmovido en el teatro griego, pasamos a un espectador pasivo, sin confrontación ni cuestionamiento, que sólo quería entretenerse, sin ninguna elaboración de cómo se entretenía.

Hoy en día, desafortunadamente, son pocos los espectáculos “griegos” y muchos los “romanos” que nos ofrecen los medios. Hablamos del circo romano y de los enfrentamientos entre los gladiadores de manera despectiva y nos parece una barbarie lo que sucedía en esos encuentros. Sin embargo, los medios nos presentan un circo romano todos los días y nosotros nos sentamos pasivamente a “divertirnos”.

Es increíble que la televisión, por mencionar sólo uno de los múltiples medios de comunicación a los que tenemos acceso hoy en día, está cada vez más diseñada para espectadores que no piensen por sí mismos. El mayor rating lo tienen los programas que no exigen del televidente ningún tipo de elaboración mental o interpretación intelectual. Es el equivalente de comida chatarra para nuestra mente y alma.

Y ponerlo en esos términos me lleva a una reflexión bastante inquietante. En mi caso particular no voy a decir que no me gusta la comida chatarra porque estaría diciendo una gran mentira, ¡me encanta! Una buena hamburguesa o una pizza es una delicia, cómo lo voy a negar. Sin embargo, cuando como una hamburguesa con malteada y papas, tengo alguna conciencia que me impide hacerlo de nuevo por lo menos por una o dos semanas (lo cual ya es excesivo...). No soy capaz de comer comida chatarra todos los días, no porque no me guste, si no porque sé que no es precisamente saludable para mi cuerpo y que después de unos días me voy a enfermar.

El problema es si tenemos esa misma conciencia para no consumir “entretenimiento chatarra” todos los días… es terrible, pero es un envenenamiento tan grave como el de llenarnos de colesterol y grasas saturadas. Lo estamos haciendo todos los días ni más ni menos que con nuestra alma…

Está lejos de mí convertir este blog en una especie de “ayuda espiritual” o recetas para “ser mejor” cada día. Nada por el estilo. Primero porque no tengo ningún tipo de autoridad para hacerlo y segundo porque no me interesa decirle a otras personas lo que deben hacer o pensar… cómo voy a saberlo. Por eso hablo por mí, y cuento mis reflexiones sin el menor interés de catequizar a nadie.

Es sólo que en estos días he estado muy atenta a esa saturación de mensajes que recibimos de los diferentes medios, y el panorama es desolador.

Por supuesto que no toda la televisión es mala. Existe televisión, incluso con fines de entretenimiento, hecha para públicos inteligentes, con capacidad de crítica, de interpretación, de simbolización y de análisis. El problema es que en estos días es un “acto heroico” quedarse viendo este tipo de programas y no pasar el canal para ver el enlatado de turno, entre muchas otras y deprimentes posibilidades.

Tal como los espectadores romanos, que tan salvajes nos parecen, con nuestro pulgar manejamos un control remoto para entretenernos pasivamente, mientras no hacemos otra cosa que “estupidizarnos”.

Entiendo el argumento de muchas personas que después de un día de trabajo o de estudio sólo quieren llegar a la casa a descansar y no a pensar. Puede ser. Pero sólo digo que no es necesario que apaguemos el “espectador activo” que es capaz de discernir si lo que consume tiene algún sentido para nosotros como personas o como especie.

Sólo digo que si no somos capaces de comer hamburguesas todos los días, nuestra psique tampoco es capaz de digerir tanta información chatarra y así como nuestro cuerpo se enferma, nuestra mente se atrofia y se desnutre. Incluso nuestras conexiones neuronales se adaptan al tipo de procesamiento que es más frecuente para nosotros.

Entonces, después de todo esto, ¿qué tal una dieta de “comida chatarra para el alma”?

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Carnaval onírico

Estoy en medio del Jardín de las Delicias, en una escena totalmente onírica. Son las 2 de la mañana. Caminamos por un túnel situado en uno de los sitios más peligrosos de Rio. Hay tensión en el ambiente, miedo y fascinación. No estamos solos. Mares de seres caminan con nosotros. A mi lado un papagayo gigante pasa sonriendo. Plumas rosadas tocan mi cara mientras miro una pareja de gays cogidos de la mano, semidesnudos y con quepis de marinero.

Cientos de personas salen del sambódromo después de desfilar en el carnaval. La escena es dantesca. Entre la sordidez del lugar, el peligro y la tensión, disfraces lujosos, alegría, cansancio, euforia.

De pronto una sirena retumba con el eco del túnel. Los seres más exóticos abren paso en la multitud. Una ambulancia avanza poco a poco en medio del zoológico humano más extraño que haya visto jamás. Al asomarse por la ventana, quien va en la ambulancia pensará que ha muerto y que está atravesando el túnel por el que abandonará su vida.

La ambulancia atraviesa el túnel. El ruido de la sirena se aleja y da paso a árboles que cantan samba, mientras unas flores corren para alcanzarlos.

En medio de una luz tenue, un hombre vestido de sol ocupa un carril completo. Las bahianas levantan sus enormes faldas doradas para avanzar más rápido. Prostitutas y travestis se camuflan entre los disfraces, por una noche no atraen todas las miradas. Un soldado francés los mira de reojo mientras pasa con su bandera azul, blanca y roja, sin darse cuenta pisa la cola de un dragón que camina adelante. Mujeres con cuerpos cubiertos de lentejuelas y tacones empinados atraviesan charcos de lodo.

Finalmente salimos del túnel. De vuelta a la sordidez del centro de Rio en la madrugada. El túnel sigue escupiendo seres imaginarios. Un grupo de indigentes observa el espectáculo. Sonríen. Esa noche la droga no hace diferencia.

Miro hacia atrás y me alejo sin saber si acabo de vivir un sueño lúcido. Y como todos los demás sueños, tengo que escribirlo.

Reflexiones varias

Asistí al XVI congreso internacional de la Asociación Junguiana del Brasil en Rio de Janeiro, el fin de semana anterior, sobre el tema Gaia, inidividuación y sociedad. Haciendo un balance general, creo que realmente valió la pena la experiencia de asistir durante tres días a las conferencias, en su gran mayoría de autores brasileros.

El congreso despertó en mí muchas reflexiones tanto académicas como personales, algunas de las cuales me gustaría compartir acá.

Por un lado, fue muy interesante encontrarme con mis compañeros de formación y mis profesores en un ambiente completamente diferente al de las clases semanales. Ver a algunos de mis profesores, que para mí son verdaderas autoridades en cuanto a la Psicología Junguiana, nerviosos al presentar sus conferencias, fue una oportunidad de “retirar algunas de mis proyecciones” de autoridad y sabiduría y ver una dimensión totalmente humana en aquellos que para mí son una especie de dioses del conocimiento. Esto puede sonar exagerado o absurdo, pero en mi caso tiendo a revestir de autoridad a esas personas que muestran dominio de temas relacionados con Psicología Analítica y que por su experiencia se han ganado un reconocimiento en esa área.

Por otro lado, es claro que el nivel de difusión y de arraigo de la Psicología Analítica en Brasil es enorme y deseable para Colombia, que se encuentra dando los primeros pasos en esta área. El primer congreso de la Asociación Junguiana de Brasil fue realizado en 1993 con la asistencia de 45 personas. Hoy, existen 6 sociedades en el Brasil, que han formado a cientos de analistas durante estos años.

En Colombia, gracias al esfuerzo de Juan Carlos Alonso y de los miembros de la Asociación para el Desarrollo de la Psicología Analítica (www.adepac.org), el sueño de fomentar el estudio del pensamiento junguiano y la posibilidad de contar con analistas en nuestro país es cada vez más cercana. En todo caso, el camino para los latinoamericanos ha sido largo y difícil, como en su momento lo fue para México, Brasil y Venezuela, que ofrecen formación de analistas y para Uruguay y Chile que ofrecen maestría en Psicología Analítica.

Como decía anteriormente, el tema del congreso fue Gaia, inidividuación y sociedad, tema muy pertinente para estos días en los que la concientización de la crisis ecológica planetaria tiene cada vez más espacio. Y creo que de eso se trató exactamente el congreso, de generar conciencia de una crisis que al afectar a Gaia nos afecta a nosotros, como individuos esencialmente ligados a la naturaleza. Este será tema de un próximo post sin duda, pero no quería dejar de mencionarlo en esta mirada general del congreso.

Otro punto llamó mi atención, entre otras cosas por haber trabajado durante varios años en el área de tecnología y educación. Es muy llamativo ver cómo, en general, nosotros los psicólogos somos un gremio bastante alejado de lo tecnológico, reforzando aquel estereotipo de que en las ciencias humanas nuestra tecnología es el libro.

Teniendo en mente comenzar mi blog, quise tomar notas en un pequeño portátil en vez de hacerlo a mano en una libreta. Como era de esperarse, entre los cientos de personas en el público, no encontré a nadie que tuviera un portátil para este fin. Menciono que me parece bastante llamativo porque en el área de la informática educativa, donde además de ingenieros existen muchos profesionales de las ciencias sociales, es absolutamente normal tomar notas digitales y muchas veces publicar en vivo y en directo las anotaciones a medida que avanzan las conferencias. Después de “soportar” :) la burla y los comentarios de mis colegas sobre mi “sofisticación” por tomar notas en un portátil, terminé por volver al tradicional lápiz y papel cuando la batería se acabó y decidí no salir en una exploración por el salón de la conferencia en la búsqueda de una toma…

Y esto me lleva al siguiente punto de mi reflexión, que se refiere a que las presentaciones en este tipo de congresos generalmente son textos leídos con apoyo de Power Point. No tengo nada en contra del uso de ayudas visuales ni mucho menos, pero me parece que son un medio para reforzar o ayudar a comprender el mensaje y no un simple requisito de presentación de conferencias. Personalmente creo que el sentido de asistir a estas presentaciones es contar con la presencia del autor y recibir de primera mano la información de su conferencia. Sin embargo, no encuentro ningún valor en estar en presencia de un autor que se dedica a leer un texto sin interacción con el público… Realmente creo que el mensaje que se quiere comunicar es tan importante como la manera de comunicarlo.

Hubo un caso en particular que me pareció extremo y afortunadamente único entre las conferencias a las que asistí. Uno de los conferencistas puso en Power Point el texto de Word que se dedicó a leer a toda velocidad porque sólo tenía 20 minutos para su presentación. Pasado el tiempo límite sólo consiguió llegar a la página 5 de 17 y como el tiempo estaba agotado cerró ahí su “conferencia” sin decir más… Esto me parece tan inaudito que no puedo creer que cosas como estas pasen en un congreso con invitados de alto nivel. Lo más triste es que el tema de su conferencia era absolutamente interesante, por lo menos en las primeras y únicas 5 páginas que pudimos conocer!!! Sin embargo, quiero aclarar que fue el único caso en el que sucedió esto, pero es algo que personalmente creo que no tiene presentación (o sí la tiene, un texto de Word :)).

En fin, estas y muchas otras reflexiones vinieron a mi mente gracias a la experiencia de este fin de semana. Pienso que es una buena excusa para iniciar este blog que desde hace mucho tiempo venía aplazando.

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Este es un espacio para publicar lo que pienso y espero que también sea un espacio para debatirlo.