jueves, 10 de diciembre de 2009

El símbolo profanado

En esta época navideña nos vemos rodeados de símbolos y tradiciones. A pesar de muchas veces no conocer su origen o significado, los continuamos reviviendo año tras año.

Sin embargo, aunque a un nivel consciente no los tengamos claros, muchos de estos símbolos tienen una connotación arquetípica y son captados a nivel inconsciente. Como dice Jung, las imágenes arquetípicas tienen un sentido a priori tan profundo que nunca cuestionamos su sentido real. (Jung, CW. IX/1 par. 22).

El caso más claro que encuentro es el del árbol de navidad, siempre llamativo, siempre hipnótico.

Existen varias historias sobre el origen de esta tradición que originalmente fue pagana y luego fue adoptada por el cristianismo para celebrar el nacimiento de Cristo.

En la simbología cristiana, la forma triangular del pino, que finalmente se convirtió en la especie típica de la navidad, hace referencia a la trinidad, Padre – Hijo – Espíritu Santo, siendo además el 3 un número sagrado en diferentes tradiciones antiguas.

Las luces, que inicialmente eran velas, representan la luz de Cristo que ilumina a sus seguidores. Las bolas que adornan el árbol, son una representación de sus frutos y en algunas versiones se dice que simbolizan la tentación, el pecado original cometido por Adán y Eva en el paraíso al comer el fruto prohibido del árbol del conocimiento.

El tope del árbol generalmente está adornado por una estrella, la estrella de Belén, guía de las almas en la oscuridad de la noche. Algunas veces, en la punta del árbol se usa también un ángel, enviado de Dios como guardián de su legado y protector de los hombres.

Sin embargo, antes que el árbol fuera adoptado por el cristianismo, ya existía la tradición de rendirle culto y adornarlo. En el paganismo germano, el árbol era considerado como eje y sostén del universo, y las estrellas y las bolas representaban los planetas y los cuerpos celestes. Cada año en el solsticio de invierno se le rendía culto al divino Idrasil (árbol del universo), en un ritual donde se celebraba la renovación.

Desde el punto de vista psicológico, el árbol tiene un simbolismo muy poderoso. Sus raíces crecen hacia abajo y sus ramas hacia arriba, siendo el puente entre la tierra y el cielo, lo profano y lo sagrado, lo inferior y lo superior, lo inconsciente y lo consciente.


El árbol philosoforum de los alquimistas, tan presente en los grabados e imágenes medievales, representa el conocimiento y la integración de los opuestos, y sus frutos son un símbolo del desarrollo y avance en el trabajo alquímico (Opus).

Y desde esa interpretación psicológica, simbólicamente es ese mismo árbol filosofal, del que Adán y Eva comieron el fruto prohibido para salir del paraíso y finalmente superar la infancia para convertirse en adultos.

Desde la mirada junguiana, el árbol es un símbolo del proceso de individuación y de la integración en el Sí Mismo, centro y totalidad de la psique: “El árbol representa la evolución de las fases del proceso de transformación y sus frutos y flores significan la coronación de la obra” (Jung, CW. IX/2 par. 372).

Es por esta razón que el simbolismo del árbol está también íntimamente ligado a la espiritualidad.

Desafortunadamente, vivimos en una época donde esa enorme riqueza simbólica se ha banalizado en extremo y los árboles de navidad se han convertido en un recurso publicitario que fomenta un consumismo desenfrenado.

Entonces lo sagrado se pierde, cuando la enorme estrella en el tope de un árbol de navidad imponente, tiene el nombre de algún operador de celular… o cuando cada adorno está marcado con el logo de una marca de cerveza…

Es así como el sentido de lo numinoso, de lo sagrado, se diluye en medio de una maquinaria publicitaria a la que estamos tan acostumbrados que ni siquiera la percibimos.

Esa pérdida del valor de los símbolos es la causa de muchas neurosis en el hombre moderno.

Pero nuestro inconsciente “identifica” este simbolismo arquetípico y es por eso que quedamos hipnotizados frente a un árbol de navidad, repleto de luces, ángeles, bolas y adornos, sin importar si es publicitario o no.

El árbol, columna del universo, produce su encantamiento tocando en lo más profundo de nuestro inconsciente, y una estrella en la punta intenta guiarnos en la oscuridad de la ignorancia.

Hacer consciente este profundo simbolismo arquetípico y el sentido de las tradiciones, puede ayudarnos a rescatar el carácter sagrado del símbolo en la navidad y su importante significado psicológico.

Tal vez así, nos ilumine de nuevo la luz de la estrella de Belén.

Referencias

· BIEDERMANN, Hans. Dictionary of Symbolism. USA: Meridian Books
· JUNG, Carl Gustav. Os Arquétipos e o Inconsciente Coletivo. Obras Completas, Vol. IX-1. São Paulo: Vozes
· JUNG, Carl Gustav. Aion. Obras Completas, Vol. IX-2. São Paulo: Vozes

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